El bit marca el ritmo de tus pensamientos. ¿Te diste cuenta? Si, ha pasado otra vez. Espera un momento antes de hablar, primero ordena tus ideas. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez.
Todavía puedes sentir el refrescante sabor de sus labios. ¿Recuerdas aquella vez? Éramos tan solo unos niños jugando a hacer el amor. Nervioso te escondías en los arbustos y ella se reía. La amábamos tanto. Creo que ahí empezaron las largas caminatas nocturnas, las verdaderas borracheras (ella, nosotros y la mierda), los excesos, los pensamientos caóticos… y comenzamos a cultivar esto que nos atormenta hoy. Solo éramos unos niños, no sabíamos nada, sentíamos al máximo y nos dejamos llevar…; pero a veces no es bueno dejarte llevar. La amábamos tanto, pero nos dejo de amar, la dejamos de amar. Nos quedamos solos. Cuando un día nos encontramos en un parque la miramos en contrapicado, sus ojos cerrados solo repetían las palabras que sus lágrimas dijeron horas atrás, y nuestro cuerpo hizo un último esfuerzo para levantarse e irse caminando. Buena suerte y hasta luego, tenemos que avanzar.
Ahora recuerda sus palabras. Las palabras enamoran al pobre corazón humano, siempre en busca de amor; pero ellas mismas matan poco a poco la voluntad y nos quitan la vida de nuestras manos. Fue una época donde se pronunciaron, escribieron, pensaron… millones de bellas palabras y nuestro corazón se alimentó y comimos con gula hasta dormir y levantarnos para seguir comiendo. Nuestro cuerpo imaginaba el suyo hasta el cansancio, millones de veces perseguimos un fantasma en la calle y tropezamos con bellas ninfas que calmaron nuestra sed mientras la esperábamos pacientemente en la oscuridad. Ya nos encontrábamos en un sucio rincón para entonces, pero en alguna parte se escondía nuestra verdadera misión, nuestro verdadero encanto. Al verla la besamos por un millón y quisimos permanecer junto a ella en nuestro rincón, creando nuevos universos solo por diversión. Fuimos muy felices, pero la felicidad es efímera mi querido amigo. No tuvimos tiempo de decirnos adiós, tan solo la vimos volar lejos y alejarse de nosotros. Ella siempre lo planeó así y no hicimos nada porque estábamos cansados. Tal vez ese fue nuestro plan también.
No pasó mucho tiempo antes de que viéramos su sonrisa. Su brillo cegaba nuestros ojos por momentos y olvidábamos todos nuestros problemas al escucharla reír. Fue cuando empezamos a amar el verano. Nosotros, seres criados en el infierno, logramos amar el verano como si fuera algo extraño y novedoso; pues lo era. Las caminatas volvieron, pero esta vez no estábamos solos. Jugábamos como niños, no hacíamos más que reír. Su rostro en contrapicado se olvidaba del contraluz, nuestros cuerpos se olvidaron del contraluz. Tal vez en otro universo fue diferente, tal vez en otro universo las cosas no se vieron igual, pero en este nosotros gobernábamos y lo moldeamos un millón de veces. Descubrimos Atlántida (la conquistamos) y supimos que nunca más volveríamos a dormir bien si no estaba ella en nuestros brazos. Ya no éramos unos niños, ya no creíamos en las palabras, pero no nos dimos cuenta…; si tan solo nos hubiéramos dado cuenta. El alma de un ser humano es misteriosa, no sabemos que contiene nuestro espíritu ni cual es nuestra verdadera esencia ya que nos contaminamos desde la primera vez que vemos el mundo. Cambiamos cada segundo y no lo sabemos; cada movimiento, cada decisión cambia nuestro destino porque toda reacción queda guardada en nuestra alma y sin saberlo actuamos arrastrando los errores del pasado. Si no lo sabes puedes hacer “A” cuando en realidad quieres hacer “B”. Sentados en ese rincón sucio y desordenado seguimos abrazándola, pero ella no quería más abrazos. La besamos una vez más y ella se fue, volvió a su rincón. Todos tenemos un rincón sucio y desordenado.
Ha pasado mucho tiempo desde la última vez. Ahora dime, ¿qué era eso que gritabas? Claro, no te preocupes. Tómate el tiempo que quieras.
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